METROPOLIS

MONCLOVA

Fuente de datos meteorológicos: Wettervorschau 30 tage

China y Trump luchan por América Latina | Artículo de Alberto Islas

Facebook
Twitter
LinkedIn
WhatsApp

Las empresas chinas conocen nuestros gustos y costumbres y controlan la operación de la infraestructura física y digital.

El presidente electo Trump delineó su estrategia para recuperar la presencia de los EE.UU. en el continente americano. Su propuesta se centra en tener un mayor control territorial en Canadá, Panamá, América Latina e inclusive comprar Groenlandia. La estrategia de negociación son aranceles, expulsión de migrantes y no descarto el uso de la fuerza.

Esto es un giro a una política exterior, ya que la región había sido ignorada después del 11 de septiembre del 2001. América Latina redujo su prioridad en la agenda de política exterior de los Estados Unidos, lo único que le importaba era la información obtenida de Guantánamo. Al terminar la administración de George Bush, el comercio exterior y crimen organizado eran los temas de interés en América Latina, pero no existía una agenda con objetivos de mediano plazo. Elecciones democráticas, tratados de libre comercio y una adopción de medidas de libre mercado, apuntaban a que la amenaza de gobiernos socialistas apoyados por la extinta Unión Soviética no eran un riesgo; los lideres guerrilleros ahora pertenecían a partidos políticos y el bono demográfico apuntaba a un crecimiento sostenido.

Sin embargo, China un régimen comunista, inició una incursión silenciosa utilizando instrumentos financieros capitalistas para otorgar préstamos estructurados, coinversiones, compra de concesiones e inclusive contratos de materia prima con derivados. Hoy existen más de 100 prestamos por un monto estimado de $120 mil millones de dólares entre bancos chinos, empresas y gobiernos de América Latina. El intercambio comercial entre ambos tiene un valor de $400 mil millones de dólares. China se ha convertido en el principal socio comercial de más de 10 países latinoamericanos y es el mayor socio comercial de Brasil, Chile y Argentina.

Este crecimiento no fue orgánico, sino una política exterior planificada y exitosa basada en un programa denominado “La franja y ruta económica de la seda”, que fue ejecutado de manera silenciosa y articulada por el Estado Chino y empresas de este país. China firmó acuerdos de libre comercio con Chile, Perú, Costa Rica, Ecuador y Nicaragua. Siete países sudamericanos, entre ellos Brasil, Perú, Venezuela, Chile, Bolivia, Argentina y Ecuador, se han unido al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura.

Para integrar el sector financiero, China firmó acuerdos bilaterales de swap de moneda local con los bancos centrales de Argentina y Chile. Múltiples instituciones bancarias chinas han abierto sucursales en muchos países latinoamericanos. Chile, Brasil y Argentina han establecido bancos de compensación en Renminbi (moneda China), mientras que Brasil, Argentina y Bolivia han anunciado el uso de Renminbi para la liquidación en el comercio exterior. A finales de 2022, el Renminbi superó al Euro para ser la segunda moneda de reserva internacional de Brasil.

Este entramado institucional permitió que el comercio e inversión haya crecido en los últimos 15 años en la región. China se ha dedicado a construir infraestructura para transportar productos agropecuarios, minerales y petróleo de la región. La inversión en el puerto Chanchay en Perú; el tren bala en Chile entre Santiago y Valparaíso; la infraestructura carretera en Bolivia; la inversión en el triángulo de litio; estaciones para lanzar satélites en Chile y Venezuela; los puertos y puentes en el canal de Panamá y la posible inversión de la planta nuclear en argentina Atucha III.

En febrero del año pasado, Nucleoeléctrica Argentina y la Corporación Nuclear Nacional China firmaron el contrato marco para la construcción de la planta nuclear más grande en Argentina. China ofrece financiar el 85 por ciento de la obra de $8,300 millones de dólares, mientras que la Argentina aportaría $1,200 millones de dólares.

El presidente Milei trató este tema con Xi Jinping Premier de China durante el G20 que se celebró en Río de Janeiro, Brasil y concluyeron en cerrar el acuerdo en el primer semestre del 2025. A pesar del corte neoliberal de Milei, parece que no le importaría aumentar la dependencia de Argentina en un régimen comunista, ya que China además de ser el principal socio comercial, también sería el principal inversionista.

Sin embargo, las inversiones chinas vienen atadas a condiciones políticas. En 2017, cuando Panamá se unió a la iniciativa “Franja de la Seda” corto relaciones diplomáticas con Taiwán. Hoy empresas chinas controlan tres de los cinco puertos en la entrada al canal y un puente. La dependencia comercial a una economía centralizada también pone en riesgo la estabilidad económica de la región, ya que China no solo es el principal socio comercial, sino que controla la infraestructura estratégica de la región, lo cual determina la salida de las exportaciones y entrada de importaciones. Irónicamente las herramientas de un país comunista son el control de los flujos monetarios.

El presidente electo Trump quiere acotar la brecha de 20 años de abandono a la región, con tarifas, sanciones y amenazas de uso de la fuerza. Trump tiene razón en que la presencia de China en América Latina, África y Asía podrían reducir materias primas estratégicas como el litio, minerales preciosos, y tierra arable para productos agropecuarios, tanto para los EE.UU como para la región..

Pero la estrategia de Trump es equivocada, debería copiar y mejorar la oferta del estado chino, con mayores coinversiones y préstamos para mejorar la infraestructura en la región, y crear trabajos para reducir los incentivos de migración, de lo contrario puede convertir a la región en un campo de batalla económico que solo desplazaría más migrantes a los EE.UU. beneficiando a las redes de tráfico de personas.

Hoy la ventaja la tiene China y EE.UU. debe buscar opciones integrales de largo plazo. El corredor interoceánico ubicado en el istmo de Tehuantepec en México puede ser un contrapeso al canal de Panamá, pero necesita carga e inversiones, que podría facilitar la administración de Trump.

Dos mujeres con experiencia en la banca central de China han sido las arquitectas de esta estrategia Zhu Jun, la CEO de la iniciativa de la ruta de la seda global y Wu Hongying vicepresidenta de la Asociación China de Estudios Latinoamericano. Ellas han seleccionado los proyectos y aprobado inversiones, así como la selección de empresas chinas que se van a asociar o ejecutar los proyectos. Trump necesita funcionarios que puedan sumar las iniciativas gubernamentales con empresas privadas y con una cartera de préstamos para contener la ola China.

En México, la inversión de empresas chinas en 2023 fue de $5,300 millones de dólares, con presencia en el sector de telecomunicaciones – Huawei e infraestructura – Hutchison Ports; Tik Tok, se estima que tiene más de 105 millones de usuarios en Brasil y 77 millones en México dos de sus mayores mercados. Las empresas chinas conocen nuestros gustos y costumbres y controlan la operación de la infraestructura física y digital. El 29 de noviembre pasado el Embajador de China en México Zhang Run llevó a cabo una recepción de despedida, aún no se ha nombrado a un nuevo embajador. Pero es importante conocer el perfil y los objetivos que tiene ante esta nueva recomposición geopolítica.

Redacción AN/ SBH