Las luces del AT&T Stadium brillaron intensamente el domingo por la tarde, pero la misma luminosidad no alcanzó al equipo de casa. Cowboys, un equipo que alguna vez se destacó por su dominio en el campo, enfrentaron una dura y humillante realidad. Lions, con una actuación arrolladora, se llevó el marcador 47-9, propinándole al conjunto de la estrella solitaria su cuarta derrota consecutiva en casa y dejando a los aficionados con un amargo sabor de boca.
Jared Goff, el quarterback de Lions, lanzó para 315 yardas y tres touchdowns, estableciendo el tono del partido desde el primer minuto. Su racha de pases completos se rompió en su primer lanzamiento, pero eso no detuvo su ímpetu. Goff mostró una maestría impresionante, moviendo el balón con precisión quirúrgica, mientras David Montgomery añadía dos touchdowns terrestres, sellando la suerte de los Cowboys con una autoridad indiscutible.
Para Dallas, el partido fue un desastre desde el comienzo. Dak Prescott, alguna vez visto como el salvador del equipo, lanzó dos intercepciones, contribuyendo a la peor derrota en casa desde 1988. Cowboys se convirtió en el primer equipo desde el 2000 en ir perdiendo por 14 o más puntos al medio tiempo en cuatro partidos consecutivos en su campo.
La estadística era devastadora: Dallas tenía marca de 0-3 en casa y 3-0 como visitante.
El dominio de Detroit creció con el correr de los minutos. Lideraron 27-6 al descanso, acumulando un déficit combinado de 110-35 para los Cowboys en el medio tiempo de sus últimos juegos en casa. Lo que una vez fue una fortaleza inexpugnable, ahora se había convertido en un terreno de vergüenza y derrota. La racha actual siguió a una serie de 16 victorias consecutivas en casa, la segunda más larga en la historia de la franquicia, y los 167 puntos permitidos por Dallas fueron la tercera mayor cantidad en una racha de cuatro juegos en casa historia.
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